Claudia Martínez Lanz, el arte como nutriente para el alma



Claudia Martínez Lanz es una artista conectada con su entorno; alguien que nos habla de la relación que hay en todo y con todo. Una persona sensitiva y perceptiva, consciente de quién es y el vínculo que tiene con su obra.   

Su trabajo está íntimamente relacionado con las leyes de la naturaleza, la armonía, el equilibrio, el espacio. Le emociona el nexo que existe entre la proporción áurea y los planetas, la naturaleza, la música. Tiene piezas inspiradas en la teoría de Fibonacci, en la teoría de las esferas, la teoría del infinito, entre otras. Hoy en día se encuentra en la búsqueda de relacionar la música, las matemáticas y el arte y nos explica que es la vida misma la que inspira su obra.


“… Es precioso observar la geometría perfecta que existe en un panal de abejas, en una telaraña. Me asombra ver las partes de una flor, de una fruta, y descubrir hexágonos, pentágonos, perfectos. Todo está conectado, todo se rige por la proporción áurea. Siempre fui muy observadora y muy agradecida, asombrada por un mar, por un cielo, sin embargo me he vuelto más sensitiva, he empezado a ver cosas que antes no veía. Cada día descubro más belleza en la naturaleza.”


Claudia se siente viva por medio del arte. Encuentra gran placer con el diálogo que se genera entre la obra y el artista. El objetivo de su trabajo es lograr una pieza que le produzca alguna sensación tanto a ella como al espectador .    

Para ella el arte es un alimento indispensable, un nutriente básico para el alma sin el cual la vida no tendría sentido. 




"El arte conecta y mueve emociones, llegando a los niveles más profundos de nuestro ser. Nos hace sentir vivos.”



De esta forma, reflexiona sobre el papel de la arquitectura como arte en nuestra vida:

“La arquitectura me parece sumamente importante en nuestras vidas. Llegar a una obra arquitectónica bien proyectada; con estética, funcional, práctica, en donde la luz nos sorprenda en diferentes horas del día iluminando espacios mágicos provocando emociones, nos nutre el alma. Mueve nuestras vidas, la hace más disfrutable.”




En algún momento dudó entre estudiar la carrera de arquitectura o la de diseño industrial. Finalmente se decidió por la carrera de diseño gráfico del cual tiene una licenciatura y en lo que trabajó en una etapa de su vida. Después de tener a sus hijas pudo dedicar más tiempo al arte y concentrarse en su obra . Actualmente trabaja en su taller en el sur de la ciudad.  


Es una artista a la que le encanta explorar y se encuentra fascinada con en el proceso de creación. Disfruta aprender sobre distintos temas y técnicas que la llevan a resolver de manera especial su trabajo, y goza de fabricar sus propios materiales. Le es tan importante hacerlo como el arte mismo.







“En cuanto llegué a la Escuela Nacional de Artes Plásticas dije – yo soy de aquí. Cuando me encontré frente a un mural de Aceves Navarro supe que no podía dejar de venir a este lugar. Me identifiqué inmediatamente con ese espacio, me sentí como en mi casa. Pertenecía a ese lugar, al dibujo, a la pintura y a todo lo que tuviera que ver con ello; las técnicas de los materiales…me encanta preparar los materiales.”


Entre sus maestros destacan José Vigil, Gilberto Aceves Navarro, Luis Nishizawa, Walther Boerlsterly, Arnaldo Cohen, Alberto Castro Leñero, Francisco Castro Leñero, Nuria Gómez Benet, Eloy Tarcisio, Ma. Eugenia Quintanilla, Jorge Chuey, Leonardo Martínez Lanz, Diego Martínez Lanz, Aurora Suárez, Begoña Zorrilla, Martha Ramírez y el grabador Mario Benedetti. 
Menciona que la filosofía de Luis Nishizawa la impactó fuertemente.


“La filosofía de Luis Nishizawa me cambió… La manera en cómo nos transmitía sus ideas, cómo nos enseñaba; nos inculcó el amor y el respeto por nuestro trabajo en donde lo importante era tener claro lo que queríamos transmitir para encontrar lo que buscábamos. La persistencia y la calidad eran indispensables sin importar cuantas veces tendríamos que repetir el trabajo para llegar al objetivo. Nos enseñó que el secreto para hacer una buena acuarela, óleo, temple o encáustica, era trabajar repetidamente y sin desesperarse . Había que hacer el trabajo y hacerlo bien. Me marcó mucho. Hoy en día lo sigo recordando.”


A lo largo de los años ha seguido desarrollando su carrera con cursos y talleres que llaman su atención en distintas escuelas, vinculándose así a la escultura, el dibujo, la pintura, la escritura, el grabado, la música y la cerámica. Y desde hace varios años recibe asesoría del maestro Walther Boerlsterly para continuar su crecimiento como artista, que según dice, es interminable.

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