Un nuevo proyecto siempre entusiasma, por implicar un nuevo reto, conocer gente, sus hábitos de vida, nuevas o diferentes visiones del mundo, se abre un abanico de nuevas experiencias. Ahora bien, cuando el encargo viene de un amigo, en este caso entrañable, la experiencia se enriquece, el programa de necesidades se convierte en un dialogo por definir un nuevo proyecto de vida, un cambio y aquí se trató de la casa definitiva, es decir, ya no se vislumbraba otro cambio de casa debido a la edad del morador. Un hombre sabio, sensible, con mucho cariño a su alrededor, una buena cantidad de amigos: artistas, intelectuales, políticos, gente sencilla y de todas edades. Amante de los libros, la poesía, el arte y sobre todo el jardín. Una persona agradecida con la vida con la casa siempre abierta a escuchar, a dialogar, a confrontar y sobre todo a querer. El proyecto dio respuesta a esta manera de vivir: prácticamente un solo espacio a doble altura con sala, comedor y estudio rodeado de libros y cuadros, conectado a una terraza con jardín y fuente. Algo que resultó muy bien es que no hay rincón de la casa que no se use en el día a día, para mi resultó muy satisfactorio que el proyecto haya dado respuesta a la cotidianidad y espontaneidad. El resultado final es un entorno con una atmosfera que invita a estar, el mayor halago que he recibido de un cliente fue un comentario que me hizo unos meses después de haberse cambiado:
"Armando, ¡me jodiste la vida, ya no quiero salir de mi casa! " |
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Fotografía y texto: Arq. Armando Chávez |