El laberinto




La presencia del laberinto es muy vieja en la cultura, ya en Egipto era famoso el Laberinto de Fayum y en Gracia Clásica el Laberinto del Minotauro.


El tema es muy extenso, pero el concepto es muy sencillo: un lugar formado por calles y cruces dispuestos de forma tan compleja que confunde a quien se adentra en él. Caminar dentro de un laberinto es como caminar en la vida, llena de cambios y vueltas.


Las ciudades son como laberintos en donde nos podemos perder o, si sabemos el camino, podemos encontrar la felicidad, como en los jardines renacentistas que eran laberintos diseñados para perderse en ellos y poder disfrutar de privacidad con la persona amada.









La presencia de los laberintos en la cultura es inmensa. Jung pensaba que todos los obstáculos de un laberinto se encuentran en la propia psique, con sus irregularidades, ilusiones y callejones sin salida, y que el recorrido es la posibilidad de llegar al centro en donde se encuentra el oro, la conquista del toro, de nuestros instintos más bajos

para al final emerger como hombres conocedores de sí mismos.



La vida es caminar por un laberinto,
y el camino es tanto físico como el que vivimos
en las ciudades que hemos creado,
como emocional por lo que ellas pueden
crear en nuestra psique.







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