Carlos Vargas, un viaje en las profundidades del Ser




El Maestro Carlos Vargas hace un llamado a despertar a la vida; a reflexionar sobre nuestras relaciones, sobre la manera en que nos comportamos con nosotros mismos y con los demás. Nos invita a dejar de vivir en la superficie para sumergirnos en las profundidades de la consciencia, para preguntarnos: ¿de dónde vengo? ¿cuál es el sentido de la vida? ¿hacia dónde voy?


Considera que la manera de habitar ha cambiado considerablemente en los últimos veinte años, dejando atrás los espacios para la reflexión, la contemplación y la conexión con uno mismo e introduciendo áreas que nos mantienen distraídos y enganchados en un ciclo de producción, consumo y entretenimiento. Para él, esto resulta en una sociedad vacía, frívola, egoísta y de separación; una sociedad mejor conocida como la cultura de la muerte, la cual nos lleva a enquistar nuestro interior e impacta la manera en cómo vemos a los otros y construimos nuestro entorno.












Carlos tiene un gran vínculo con las imágenes. Desde chico se dio cuenta de este nexo y continuó desarrollándolo.






Hoy, el pintor mexicano nos comparte uno de los grandes aprendizajes que ha tenido a lo largo de su carrera: “Los objetos de nuestros espacios de manera consciente o inconsciente, tendrán un impacto en la manera en que nos entendemos y entendemos nuestro entorno y la sociedad.” Habla del arte como una flecha que puede apuntar el rumbo de la sociedad.






Lo expresa también en su entrevista con Oswaldo Hernández –estudiante del Centro de Educación Artística “José Clemente Orozco”–, en 2016:


… la forma de ver el arte se ha dirigido más a comprender las manifestaciones artísticas, como medios o canales de información sumamente complejos que en el fondo proyectan y proponen perspectivas del mundo, perspectivas que pueden erigirse como profundas sugerencias hacia la vida y la santidad, o como propuestas que invitan al ser humano a la oscuridad y la autodestrucción.









Su trabajo ha sido influenciado por Velázquez, Goya, Giotto, Sorolla, Vermeer, Rembrandt, Renoir, Monet, Manet, Tápies, Picasso, Orozco, Bonnard, Degas, Voillard, Tamayo, Gabriel Orozco, Lichtenstein, y Chavannes, por mencionar a algunos.









El agua, elemento primordial al hablar de vida y cuyo significado atañe lo biológico y espiritual, se encuentra como constante en gran parte de su obra.






En su serie ‘Bañistas’, Carlos busca ir más allá del dominio del realismo experimentando con distintos cambios en el agua. Con la serie ‘Santos’, integra la vida de santos en su trabajo como prueba de que podemos transformarnos para un beneficio duradero que concierne a todos.






Por otro lado, en su serie ‘Premoniciones’, el artista nos habla del calentamiento global, en donde el personaje de Gustave Caillebotte (París, un día lluvioso) personifica al hombre preparándose para enfrentarse a estos cambios, y cuyo equivalente femenino lo encontramos en la mujer de vestido y sombrero blanco, pintado por Joaquín Sorolla.


En su entrevista con Oswaldo Hernández y a través de su serie ‘Arquitectura contemporánea’, Carlos reconoce a la arquitectura como uno de los campos dentro de los cuales el resto de las artes han encontrado desde siempre inspiración e infinidad de imágenes y elementos para incorporar a sus territorios. Tiene un vínculo connatural con la pintura y la escultura y con todos los nuevos medios de expresión pictórica.


Así, con su pintura, Carlos nos lleva por un viaje en las profundidades del Ser y del hacer, recordándonos que, cuando te planteas la vida como una posibilidad para hacer el bien, puedes llegar a estados de conexión sublimes.